Nuestro tercer alto en el camino de la ruta que íbamos siguiendo en Asturias fue una zona que Javi y yo le tenemos mucho cariño: los Picos de Europa.
Hace dos años ya nos enamoró esta zona y este año nuevamente nos ha dejado impresionados la naturaleza que envuelve toda la zona.
En esta zona, nos alojamos durante dos noches en una casa de aldea llamada El Caserón. Dicho alojamiento estaba situado en Soto de Cangas. Con nuestra estancia aquí, supimos el verdadero significado del distintivo “Casa de Aldea” que se le da a muchos de los alojamientos que están en esta zona: viviendas autónomas e independientes, cuyas características son propias de la arquitectura tradicional asturiana de la zona, en las que se proporcione el servicio de alojamiento y adicionalmente, otros servicios complementarios.
En El Caserón, hasta los más mínimos detalles estaban perfectamente cuidados para que la estancia de los huéspedes fuese tranquila y placentera: detalles de madera y tonos marrones que te transportaban al más profundo sentido rural. Sentías crujir la madera bajo tus pies en cada paso que dabas, pequeño detalle que a la vez te hacía situarte dentro del entorno rural y natural en el que estábamos.
Junto con el alojamiento, pudimos disfrutar también del desayuno, el cual era de tipo buffet y era muy variado: zumos, café, colacao, variedad de tartas y dulces caseros, fruta, verdura… pero sin duda, una de las cosas que más triunfaban en el buffet eran los huevos revueltos con jamón recién hechos por el cocinero con un toque de pimentón… para chuparse los dedos!
El trato por parte del personal de El Caserón, en todo momento fue muy atento, cercano y hospitalario. Siempre dispuestos a aconsejarte y ayudarte a planificar tus rutas, con el fin de que la estancia en ese rinconcito de los Picos de Europa fuese lo más agradable posible.
Los dos días que estuvimos en esta zona, comimos en una casa de comidas que conocimos, nuevamente, a través de TripAdvisor. La casa de comidas se llama Casa Pedro Parrés y está situado en una pequeña aldea a 2 km de Cangas de Onís.
El concepto de cocina típica asturiana está reflejado al completo en este establecimiento, tanto en el lugar en sí, como en la cocina.
El primer día llegamos sobre las 15:30, por lo que tuvimos que esperar unos 10 min hasta que nos pudieron acomodar dentro del salón. Cuando nos sentamos a la mesa ya sentimos que estábamos en un lugar cálido y hogareño. El primer día, yo pedí una ensalada de queso que estaba deliciosa y de segundo unos escalopes con queso de cabrales. La ternera estaba tierna y todo tenía muy buen sabor. Javi se pidió un menú Casa Pedro que estaba compuesto de una fabada que se la sirvieron en una pequeña cazuela y le dijeron que si quería repetir que solo tenía que pedirlo. Y de segundo le pusieron un cachopo que estaba delicioso. De postre pedimos tarta de la abuela que era de chocolate y crema… deliciosa!
El segundo día queríamos ir al acierto seguro y por tanto repetimos. Esta vez los dos pedimos, el menú Casa Pedro, y nuevamente nos quedamos maravillados con los sabores y el cariño con el que se notaba que hacían la comida.
Seguramente que volvamos por esta zona y sin lugar a duda volveremos a esta casa de comidas.
Pinchando en la foto o en este enlace, podéis acceder a la página web del sitio.
Otra de las paradas obligatorias en la zona de los Picos de Europa, fue la visita a la Basílica de Covadonga y todo su entorno. Creo que nunca me dejaré de sorprender al admirar la majestuosidad de todo el conjunto y de cómo todos sus puntos de interés se fusionan con la naturaleza del entorno.
Tengo pendiente escribir una entrada más extensa acerca de este fantástico conjunto monumental y natural… mientras tanto, aquí os dejo una foto:
Partiendo de la Basílica de Covadonga y siguiendo una sinuosa carretera, llegamos nuevamente a los Lagos de Covadonga. Nuevamente nos volvió a enamorar por sus paisajes… y por sus vaquitas que están por allí libremente pastando! Una delicia para la vista que nos volvió a enamorar y que jamás me cansaré de visitar cuando viaje a Asturias.
Aquí os dejo el link a la entrada que escribí acerca de esta maravilla de lagos.
En esta segunda visita a Asturias, visitamos también un lugar un poco escondido en el entorno de los Lagos de Covadonga. Mi hermana Lorena estuvo allí hace unos meses y me habló del sitio: las Minas de Buferra. Estas minas se encuentran al aire libre y antiguamente se extraía de ellas manganeso. Se dejaron de explotar en el año 1972 y actualmente se conserva como lugar curioso para visitar.
Y en nuestra visita al entorno de los Picos de Europa, no podía faltar la visita obligada a Cangas de Onís, donde la principal atracción turística es su puente romano. Es una pequeña ciudad que jamás me dejará de sorprender y que tiene su especial encanto por estar sumergida en un entorno sin igual.
Aquí os dejo el enlace de la entrada que publiqué hace dos años acerca de este precioso pueblo.
Para finalizar nuestra visita a la zona de los Picos de Europa, Javi y yo teníamos una visita obligada a La Escuela, un local que descubrimos en el año 2014 y que ya nos sorprendió por el tamaño de sus hamburguesas… Dos años después quisimos volver por el recuerdo que teníamos y no nos defraudó. Es verdad que íbamos con una idea predefinida y nos entró miedo al pensar que durante dos años habíamos estado “magnificando” las hamburguesas del sitio, pero tras dos años, volvimos y no nos defraudó.
Pedimos dos menús en el que entraban la consumición, patatas estilo deluxe y la hamburguesa. La hamburguesa se podía elegir entre las que había en la carta. Yo me pedí una hamburguesa Dixebra y Javi se pidió una hamburguesa Mala Reputación, ambas al punto. En mi caso, la particularidad de la hamburguesa Dixebra, era el toque a queso de cabrales que tenía, toque que la hacía deliciosa.
En la nuestra primera visita en el año 2014 ya nos sorprendió la relación tamaño-calidad-precio (probablemente porque aquí, en Madrid, estamos acostumbrados a otro tipo de hamburguesas y a precios elevados) y esta vez lo hemos reconfirmado.
Con esta visita podemos decir que La Escuela se ha convertido en una pequeña tradición cada vez que viajamos a Cangas de Onís y la próxima vez que subamos a Asturias, repetiremos 🙂